Socialización: el fantasma del mundo corporativo

En pocos años, las redes sociales conquistaron a los usuarios de internet del mundo.  Transformaron el uso del tiempo libre y la forma de compartir de la gente, y se convirtieron en el foco de atención de todos.  En las corporaciones, se las miró al principio con desinterés, luego con curiosidad y más tarde con preocupación: en las pantallas corporativas asomaba con demasiada asiduidad el azul y blanco de Facebook.

Facebook, la red social más importante, ofrece  un espacio de entretenimiento, de conexión para la diversión y el encuentro familiar o social general. Otras redes, como mySpace o YouTube, son menos abarcativas, pero también apuntan a promover la difusión de noticias, videos y producciones propias.

 
Hay también redes sociales abiertas que se orientan al trabajo como Linkedin: sus usos principales son la búsqueda de oportunidades comerciales, laborales, con herramientas de compartir debates y contenidos que están orientadas sobre todo a fortalecer la exposición y reputación de los que publican. Ahora bien, el foco de ese tipo de comunicación es entretener. Y es terriblemente efectivo al hacerlo. 
 
Hay dos aspectos a considerar en esto: por un lado, la posibilidad de compartir y los mecanismos para hacerlo;  y por el otro,  las interfaces y el medio puesto a disposición que promueven (o no) ciertos modos de compartir. Es notable cómo Facebook provee permanentemente nuevas formas de comunicación, todas pensadas para incentivar la generación de contactos, de nuevas publicaciones, de comentarios. 

Vemos entonces cómo los modelos de interfaz y mecanismos puestos a disposición de los usuarios se orientan claramente a promover las comunicaciones e intercambios que en definitiva mejoren el modelo de negocios de la empresa que provee la herramienta, generalmente publicidad.

Pero hay otros modos de compartir que aprovechan las estrategias de las redes sociales de consumidores, pero que se enfocan en proveer herramientas y modos de vínculo más orientados a la productividad en el espacio del trabajo, ya sea dentro de una organización o en el ámbito de su integración con proveedores, clientes y colaboradores. Son herramientas de relacionamiento de negocios pensadas específicamente para la gestión del conocimiento e interacción entre miembros del mismo equipo de trabajo. Esas herramientas, que incluyen a veces mecanismos de visualización de información de negocios, o incluso integradas a gestión de procesos, son las que hoy permiten apropiarse de los nuevos modos de colaboración de las redes sociales pero enfocadas a los procesos de trabajo.

Eso tiene varias aristas: por un lado, exige que el modelo organizacional soporte sea distinto al más tradicional jerárquico, un modelo de trabajo en equipos, de colaboración y generación de ideas compartidas. Por otro lado, admite el espacio social, como debe ser, pues en nuestro trabajo somos seres sociales que necesitamos vínculos personales más allá de la tarea que tenemos enfrente. 

Las redes sociales de organizaciones son un espacio que recién se inicia, diferenciado de las redes sociales abiertas, camino que inició IBM con su Lotus Notes en el pasado, luego SharePoint más adelante, y hoy está abierto a la innovación para nuevos proveedores y modos de pensar esas comunicaciones.

El marco de las redes sociales organizacionales puede ser el canal de toda la comunicación de la empresa, incluso la información transaccional (como trabajo de vinculación y generación de comunidad de trabajo) y también entre personas en el mismo espacio de trabajo, lo que no es menos importante. Para lograrlo, deben tener las siguientes características:
– ser operables desde cualquier dispositivo moderno, PC, Smartphone, tabletas, y desde cualquier navegador.
– tener un modelo de gestión basado en la colaboración de equipos de trabajo, con reglas de seguridad que consideren las alternativas de jerarquía y pertenencia a grupos o empresas.
– ser de gran integrabilidad, customizables por el usuario o administrador.
– tener gran capacidad de búsqueda de información.
– integrar mecanismos de BPM, KB, BI, propios o a través de integraciones transparentes para el usuario.

En un mundo donde el conocimiento es cada vez más el capital más valioso de las organizaciones, la retención, difusión y multiplicación del mismo, y la gestión efectiva de las relaciones humanas asociadas otorgan a este tipo de herramientas un valor cada vez mayor.

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