Qué podemos esperar de CUBA en Telecomunicaciones y Medios

Cuba está pasando por una enorme cantidad de cambios. Desde sus relaciones con Estados Unidos, hasta cambios internos impulsados por la gestión Castro, la sociedad cubana se encuentra entre dos aguas: la inercia de un sistema de décadas centrado en el Estado y el deseo de cambio hacia un modelo que permita mayores posibilidades de crecimiento. Y los medios de comunicación y las telecomunicaciones no están  exentos a estas tensiones.

Como es de esperar, muchas empresas extranjeras están mirando a la isla como una oportunidad de negocio, y las variables a sopesar son diversas, tanto las vinculadas al Estado Cubano, como al contexto internacional.

Desde el frente interno, el actual gobierno se encuentra impulsando una actualización del modelo económico socialista, permitiendo por ejemplo (desde hace algunos años), la actividad cuentapropista en determinados rubros. Si a esto se le suma la existencia de dos monedas de curso oficial (una con mucho más poder adquisitivo que otra); la mejor posición competitiva de quienes están vinculados a servicios turísticos y de los que reciben remesas del exterior, la sociedad cubana se encamina hacia una progresiva estratificación, con algunos sectores mejor acomodados que otros. Por otro lado, el gobierno cubano se debate entre liberar y controlar el acceso a la información, abriendo puntos wifi pero a precios elevadísimos para el ciudadano común cubano; no permitiendo (por el momento), el acceso a nuevos proveedores de contenidos ni de medios de comunicación o servicios de telecomunicaciones, pero promoviendo la inversión extranjera en sectores estratégicos bajo condiciones que, en los papeles, se acercan a las de cualquier país liberal. Por debajo, la piratería (la oficial y la no oficial) distribuye contenidos extranjeros (mayormente estadounidenses, por supuesto), y un incipiente mercado publicitario crece casi de forma amateur.  

El bloqueo (o embargo, de acuerdo a quién se le pregunte), es el otro componente importante del escenario actual. En los últimos meses, las reuniones en pos de su flexibilización se han ido sucediendo, aunque problemas con décadas de historia son los que tienen que resolverse en la mesa de negociación. Adicionalmente, el Congreso de EEUU y Barack Obama son los que tienen la potestad de debilitarlo e incluso eliminarlo completamente, pero los niveles de responsabilidad al respecto varían de acuerdo a quién se le pregunte. Lo cierto es que las empresas estadounidenses (y todas aquellas transitoriamente restringidas de hacer negocios con Cuba), están esperando la oportunidad de posicionarse lo mejor posible en un promisorio nuevo mercado y aprovechando cualquier resquicio e indicio de oportunidad. 

La inversiones en Cuba por ahora son de riesgo. Las telecomunicaciones tienen un escenario más positivo, en el corto plazo, que los medios de comunicación tradicionales, pero todo indica que el Estado Cubano se abrirá paulatinamente a nuevos actores externos. La velocidad del cambio, en todo caso, es la incógnita, especialmente en un sistema tan personalista y con un statu quo que lleva décadas, sumado a un conjunto de restricciones económicas impuestas desde el exterior, aún con varias incógnitas por develar.

BB-Business Bureau ofrece un reporte sobre este tema, para todas aquellas empresas de medios y telecomunicaciones interesadas en invertir en Cuba.

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