La industria de los data centers en América Latina (LATAM) vive uno de los momentos más frenéticos que se recuerdan, lo cual no implica que todo sea de “color de rosa”, necesariamente, al sur del Río Bravo.
El frenesí obedece a una combinación de fuerzas que tiran en diferentes direcciones. El 2015 termina dejando ganadores y perdedores, éxitos y fracasos, recomponiendo un nuevo mapa de jugadores para el año entrante, algo así como una partida de Risk de los Data Centers.
Por un lado, las grandes compañías de tecnología se encuentran, si la memoria no falla, en su mayor crisis de identidad: unas se dividen, otras se fusionan, algunas pierden terreno frente a las pequeñas empresas con modelos de negocios disruptivos. La era del Cloud Computing, Big Data, Internet of Things, apenas está comenzando y la emoción en el mercado no puede ser mayor.
Por otra parte, los fabricantes de infraestructura andan un poco a la deriva, culpando a la crisis económica de sus malos resultados. Hay quienes quieren vender soluciones completas e integrales, compitiendo con sus propios canales, desgastándose y creando roces innecesarios; otros, están pagando el precio de implementar estrategias comerciales cortoplacistas (“pan para hoy, hambre para mañana”). Atrás quedaron los tiempos donde todo el mundo tenía un papel claro y definido en la cadena de valor: hoy todos quieren hacer de todo, y son pocos los quienes lo logran.
Y finalmente, algunos canales e integradores regionales desean redibujar la cancha, pero fracasando en su intento de escalar y replicar modelos de negocio que solo funcionan a escala nacional o local.
Es cierto que el contexto económico en LATAM no es favorable, y no lo va a ser por unos cuantos años. La corrupción rampante, el precio del petróleo y minerales, y la devaluación de las monedas frente al dólar, han debilitado las economías latinas. Pero no deja de ser también cierto que la inversión en infraestructura tecnológica está siendo “a-cíclica”, es decir: no parece estar siguiendo los ciclos económicos. Países como México, Ecuador, Perú o Bolivia, han visto incrementos importantes en sus inversiones en data centers. Las empresas públicas y privadas tienen que ponerse al día, pues sus clientes y ciudadanos demandan más y mejor acceso a servicios online.
En 2015 se consolidó la tendencia a la certificación TIER de los data centers, pero exigiendo cada vez más la certificación de operación, que es la que realmente cuenta. Una tendencia muy anunciada, pero que no ha dado todavía los frutos esperados, es la de los data center prefabricados (no modulares o en containers), que a medida que se consigan economías de escala y bajen los precios, se empezarán a popularizar más, en término de dos a tres años.
Este fue un año poco prolífico en grandes proyectos “greenfield”, o data centers nuevos. Al menos no hubo tantos como en 2013, o 2014; más bien se terminaron de construir algunos que se habían iniciado hace un año. Habrá quien diga que la industria está en crisis, pero no del todo. Lo cierto es que se está transformando y los jugadores tradicionales están perdiendo la partida. Sin embargo, el mercado de proyectos “brownfield”, o sea, las adecuaciones, remodelaciones y actualizaciones de sitios existentes, está muy fuerte, dado que las empresas están empezando a poner “sentido común” a las inversiones en infraestructura, aprovechando lo existente y optimizando las inversiones.
2016 será un muy buen año para los data centers, a pesar del contexto económico, las crisis de identidad y los modelos de negocio caducos, e incluso a pesar de Brasil. Conviene entonces estar atentos a Argentina, Perú, México y Colombia. Y también a estas tendencias:
– Inversión pública en data centers ( eGov, educación, etc.).
– Adaptación de la banca a Basilea III y sus exigencias de riesgo operativo.
– El gran año del DCIM para gestionar y optimizar mejor las infraestructuras.
– Aumento de la demanda por las certificaciones de operación.
– Incremento de proyectos de data centers prefabricados.
El 2016 será también un año de inflexión, donde el mapa de jugadores en esta industria seguirá transformándose. Tomarán mucha más relevancia las empresas chinas y europeas, y perderán protagonismo las brasileñas y americanas.
También será notorio que continúa la inversión de PE/VC (Private Equity/Venture Capital) en el sector, pese a la caída en inversión extranjera en general, debido a la fortaleza del dólar. Así, las empresas de PE/VC aprovecharán para salir de compras, tomando ventaja del bajo precio de los activos en moneda local. Se verán esas inversiones en dos grandes frentes: la compra de activos inmuebles (data centers) por parte de los Service Providers, y la inversión en startups y empresas de tecnología que ofrecen servicios de TI e infraestructura.