La globalización del Internet y las TIC´s, la hiperconectividad como necesidad de primera línea, nos exponen a la disyuntiva de elegir entre estar conectados y controlar la seguridad de nuestros datos, claves y privacidad como usuarios; y si eres empresa, de garantizar una experiencia ágil y segura a tus clientes. Hasta ahora, la velocidad con que avanza la tecnología y el Internet de las Cosas, se encuentran en un mismo nivel de sofisticación y alcance que la industria de ciberataques, originados desde nuestro hemisferio sur y victimizando a nuestros mismos usuarios.
La interconexión digital de objetos cotidianos con Internet nos exponen a una industria robotizada y organizada, capaz de afectar negativamente la imagen pública de una empresa o una marca, sin tener que remontarse a ideas dignas de una película de ciencia ficción. Basta con buscar en Internet servicios de ataques, y este servicio puede ser comprado por pocos dólares, y la pegunta es saber si nuestras webs están en condiciones de soportar y mitigar un ciberataque sin que caiga el sitio.
El 84% de los chilenos son usuarios de Internet según la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile, un 19% más que en 2015. Asimismo, informó que un 47% de los ciudadanos están conectados en el mundo a la red y el desarrollo digital se eleva exponencialmente con apoyo de servicios en la nube, ciberseguridad, TI, robótica e inteligencia artificial. Y a ello se suma que, hacia el 2020 existirán 83 millones de dispositivos conectados a la red y ya se habla de una Latinoamérica 4.0, con entidades reguladoras y creativas en torno al mercado digital y el Internet de las Cosas.
Hace poco tiempo nos enteramos de que empresas con gran prestigio y supuestamente un soporte infranqueable, fueron víctimas del ataque a la solución DNS más grande de la historia; lo que deja una sensación de inestabilidad importante. Los expertos señalan que si en Internet se generan estos ataques masivos y poderosos, las soluciones de mitigación deben estar ancladas en la nube, lejos del negocio y sin Datacenters, para responder y combatir en el mismo punto de origen. Ya nadie invierte en infraestructura propia de seguridad in door, sino que se externaliza anclada en la nube.
Según antecedentes entregados por la Corfo, una de las principales razones de la reducción en el crecimiento de la productividad total de factores en Chile es que nos quedamos en una estructura productiva basada en pocos recursos naturales y sin innovación a nivel empresarial e institucional. Hay una estrecha relación entre innovación y adopción de tecnología digital, y en este sentido, la revolución digital con el Internet de las Cosas, aplicada a producción y servicios, nos abre la posibilidad como país de invertir en forma inteligente y generar un shock de productividad.
Hay que implementar la agenda digital y aplicar el Internet de las Cosas en sectores como minería, construcción, interoperabilidad en salud, y resguardar factores transversales como son servicios de exportaciones digitales, ciberseguridad y capital humano digital. A diferencia de lo que muchos piensan, Chile cuenta con un tejido institucional y académico capaz de activar la generación de conocimiento tecnológico, a la par de instrumentos de financiamiento y políticas púbicas sinérgicas, que podría ubicar a Chile, así como en la minería del cobre, en la cabeza de otros mercados asociados a las tecnologías de la información. Solo falta iniciativa e innovación efectiva.