Chile se destaca, en los últimos cinco años, en el desarrollo de propuestas asociadas a innovación social. Esto, en el entendido como aquellos proyectos destinados a generar impactos sociales profundos y capaces de gatillar cambios considerables en la calidad de vida de los sectores más desprotegidos y vulnerables.
Con el impulso de algunas políticas de Estado, que fomentan este tipo de propuestas en diversas áreas, se aprecia que algunas ideas efectivamente hacen su aporte a las mejoras en la calidad de vida de las personas y no sólo en Chile, sino que ya son soluciones que han sido exportadas a diversos países latinoamericanos. Un buen ejemplo de ello es lo que sucede con el proyecto Algramo (algramo.com), iniciativa de notable valor que busca apoyar a hogares que deben maximizar su presupuesto, pudiendo comprar lo estrictamente necesario en alimentos de primera necesidad y al alcance de su bolsillo.
Sin embargo, también existen algunos ejemplos de menor alcance que generan igualmente un impacto en ámbitos educativos. Esto, mediante el uso de aplicaciones de bajo costo que facilitan y permiten a los padres tener mayor y mejor control del desempeño académico de sus hijos y del comportamiento en el aula. Ejemplos hay varios e interrogantes nada más que una: ¿qué hacer para impulsar políticas de alto impacto que de verdad mejoren el bienestar social de los sectores de mayor necesidad?.
Para avanzar, es clave priorizar el apoyo económico a propuestas que permitan conectar a estos sectores con el desarrollo tecnológico del país. Es claro que existe un alto porcentaje de la población que está desconectada de la realidad a consecuencia del bajo acceso a infraestructura de comunicación. Eso es prueba de la forma que se desaprovecha una significativa fuente de conocimiento y, más que eso, de chilenos que merecen ser incluidos en este modelo dinámico de lo que es la innovación. Se vuelve imperioso, entonces, que los objetivos de innovación social estén alineados con los estudios que realizan los centros de investigación universitaria. Así se orientan correctamente los esfuerzos hacia los sectores más necesitados de Chile y se activan verdaderos cambios que impulsen el bienestar social.
Es importante, sin duda, todo el proceso de redes que empuja el Estado, así como también el desarrollo de industrias estratégicas que permiten acelerar el crecimiento del país. De todas formas, y en paralelo, la innovación social debe jugar un rol más relevante para no seguir dejando en el camino a más chilenos excluidos de los beneficios de la innovación.