Los usuarios se han acostumbrado a utilizar sus datos personales y privados como ‘moneda de cambio’ al momento de suscribirse a servicios en línea de forma gratuita, desde sus correos electrónicos o sus números de teléfono hasta sus hábitos alimenticios, sus preferencias comerciales o sus rutinas diarias, entre otras opciones. En estas transacciones, la persona termina comprometiendo su seguridad y su privacidad.
Curiosamente, la privacidad constituye una preocupación primordial de los usuarios. Un estudio de YouGov, reconocida firma internacional de investigación de mercados y análisis de datos basados en Internet, muestra que el 74% de las personas en Argentina están muy preocupadas por la forma en que las empresas podrían utilizar sus datos privados. Sin embargo, todo parece indicar que olvidan estas preocupaciones al momento de recibir alguna recompensa, así sea pequeña.
Casos como los de Cambridge Analytica han hecho más visible cómo el uso conjunto de información privada de millones de usuarios puede tener consecuencias importantes, al punto de definir elecciones. Y el panorama no parece mejorar cuando vemos que empresas como Google o Amazon ya cuentan con dispositivos que automáticamente recopilan imágenes y audios de quienes utilizan algunos de sus servicios. De hecho, Nest -una empresa de Google– almacena datos de los olores del hogar a través de sus detectores de humo.
¿Pero qué sucede en el mundo corporativo? ¿En realidad las organizaciones están más preocupadas por sus datos cuando ceden su administración a un tercero de lo que estaría cualquier persona cuando abre una cuenta de TikTok o Facebook?
Con tristeza, encontramos empresas que entregan el acceso a sus datos privados por el afán de utilizar servicios gratuitos. Hoy no es raro encontrar compañías de tecnología que ofrecen «aplicaciones gratuitas» pero que están valoradas en billones de dólares. Esto nos habla de un modelo de negocio donde el usuario y su información son el producto.
En Zoho hemos decidido nadar ‘contra la corriente’ para beneficiar a nuestros clientes. Por ejemplo, eliminamos de nuestros productos en línea todos los cookies y trackers de terceros, para evitar que sus datos sean utilizados en actividades que pongan en riesgo sus negocios. Estamos convencidos de que la decisión de cuidar la privacidad de los clientes no es una decisión de negocios, sino una decisión ética, en pro de un mejor futuro digital. Esto se une a nuestro modelo de negocios en el cual no vendemos publicidad: nunca mostraremos anuncios en nuestros productos, ni siquiera en las versiones gratuitas. Creemos en que las versiones gratuitas funcionan en la medida que habilitan los negocios de las micro y las pequeñas empresas.
A medida que estas compañías crecen y encuentran valor en nuestros productos, terminan adquiriéndolos para contar con opciones más avanzadas o para responder a sus necesidades. La industria va a un ritmo muy acelerado y es tan global que es muy difícil que un gobierno regule toda la actividad digital. Allí es donde los proveedores debemos establecer esos parámetros para nuestras actividades. Les hago un llamado a otras empresas para que se unan a esta tendencia y, en conjunto, ofrecer mejores prácticas al mercado.