A causa de la pandemia, el Banco Mundial auspiciaba la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo a la edición de junio de 2020 del informe Perspectivas económicas mundiales, siendo la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentaban una disminución del producto per cápita.
Particularmente para América Latina y el Caribe, las perturbaciones originadas por la pandemia harían que la actividad económica se desplomara un 7,2 % en 2020. Luego se observó que el colapso de la actividad económica mundial en el último año había sido ligeramente menos grave de lo que en un principio se había proyectado. Según esta organización, para 2021 la economía mundial se expandirá en un 4%, donde se espera que, particularmente, la actividad económica regional en América Latina y el Caribe, crezcan en un 3,7%. La distribución de vacunas y las inversiones serán la clave para sostener la recuperación.
La primera enseñanza que nos deja lo vivido durante la pandemia, es que debemos acostumbrarnos a una situación de cambio y adaptación permanente, donde el statu quo siempre será el próximo y debemos estar preparados para ello. En materia de hechos, el fortalecimiento del comercio electrónico y el cambio que esto implica en el comportamiento de los consumidores, la incorporación de la inteligencia artificial, medios digitales de pago, nuevos canales financieros, una nueva manera de comunicarse de la sociedad y de ver las relaciones laborales son, sin duda, los aspectos más relevantes que han marcado el 2020.
Es así como la pandemia fortaleció aún más la necesidad de acelerar los procesos de transformación digital e impulsó estos procesos de adaptación en la mayoría de las empresas. Todas las industrias, en mayor o menor medida, debieron acelerar sus procesos de digitalización, abriéndose así nuevas oportunidades para sus productos y servicios. A medida que esta nueva normalidad se termine de “institucionalizar” los procesos comerciales volverán a una dinámica pre pandemia en donde la tecnología tiene un rol protagónico. Es por esto que el desafío de recuperar la economía en los sectores más perjudicados por la pandemia tiene en la digitalización un componente estratégico.
Los cambios en la forma de trabajar a todo nivel ha sido un desafío para toda la sociedad, empresas, personas y los mismos estados. Aquellos que, por su infraestructura tecnológica, procesos y gestión de su talento humano habían comenzado a invertir en trabajo remoto han podido absorber el impacto, pero para aquellas organizaciones que no venían preparándose, el impacto ha sido duro de absorber. No obstante, de a poco lo han logrado. Particularmente en el sector tecnológico, la mayoría venían adoptando un trabajo remoto gradual. Antes de la pandemia algunas empresas tenían casi un 50% de la organización trabajando en modalidad remota, y hoy lo hacen al 100%.
Para este sector y previo a la pandemia, los temas vinculados con Data Management, Big Data y Analytics estaban en la agenda de los CIOs junto con cuestiones vinculadas a la evolución de su plataforma aplicativa, la inserción de metodologías ágiles y el camino hacia una cultura DevOps. En este sentido, las empresas de tecnología ya venían trabajando fuertemente en ofrecer valor a sus servicios incorporando aceleradores para la transformación digital y ayudando a las empresas a convertirse en organizaciones data-driven.
Según la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI), afirma que en el sector tecnológico la Ley de Economía del Conocimiento será clave para contribuir a generar 500.000 puestos de trabajo y u$s 10.000 millones de exportaciones proyectadas a 2030, esperando que este año se incremente en un 15% la cantidad de puestos de trabajo. Esta Ley es un importante incentivo para el crecimiento de la industria tecnológica, pero como para todo el resto del aparato productivo, se necesitan acuerdos estructurales para hacer una economía predecible y sostenible que permita generar riqueza que es la única manera de reducir la pobreza y generar igualdad de oportunidades.
Nuestro país deberá afrontar diversos pendientes: En lo tecnológico/educativo, la falta de profesionales sigue encabezando la lista, sobre todo por la especialización progresiva que se demanda. En este último caso los esfuerzos de la CESSI, junto con actores de todos los niveles gubernamentales deben ser reconocidos como muy meritorios por los resultados que se obtendrán hacia el futuro. En lo económico, surgen diferentes subenfoques: resolver los impedimentos y trabas bancarias y fiscales a la hora de poder operar con el exterior en igualdad de condiciones, pasando por la alta carga tributaria a un sector absolutamente transparente y permanente formador de empleo profesional, o las necesidades de financiamiento poco contempladas para el sector incluso por la propia banca pública.
En conclusión, las tendencias en TIC que crecerán en su adopción en 2021 serán todas aquellas vinculadas a la transformación de las organizaciones hacia el mundo digital junto a toda su amplia gama derivada: análisis de datos y sus aplicaciones, internet de las cosas, inteligencia artificial, biotecnología, medicina digital, entre otras. Por otro lado, continuará un crecimiento en las migraciones a Cloud y también la renovación de sistemas centrales para facilitar el proceso de transformación. Las organizaciones tienen muchos proyectos en cartera que, en cuanto la economía despegue o empiece a mostrar signos de recuperación, seguramente la demanda crecerá en forma sostenida.