La tecnología fue y sigue siendo uno de los principales pilares de apoyo en América Latina y el mundo, evitando un colapso económico y social aún mayor durante la pandemia. En sus múltiples facetas, se encargó de asegurar que las empresas pudieran seguir sus actividades de forma remota, así como permitir que se siguieran prestando servicios esenciales de salud, educación, entre otros, incluso en un escenario de distanciamiento social.
Ahora, sin embargo, la tecnología asume un nuevo papel: el de protagonista de la recuperación económica y de una nueva era de ganancia de productividad, que es el principal factor de enriquecimiento sostenible de la sociedad.
Hoy está claro para todos que los caminos que nos han traído hasta aquí no serán los mismos que nos llevarán adelante. El gran secreto será adaptarse a esta nueva realidad y conseguir que los cambios constantes sean una oportunidad de evolución y no la amenaza de un retroceso. No veo otra salida que invertir en tecnología, para que las empresas puedan tener más visibilidad y planificación operativa, simular escenarios, anticipar cambios y responder rápidamente, asegurando más productividad y rentabilidad.
A lo largo de la historia, tecnología y productividad han sido prácticamente sinónimos. Hemos entrado en nuevas revoluciones; Industrial y Ventas Minoristas. El uso a gran escala de la digitalización, la nube, la inteligencia artificial, entre otras innovaciones, ya está aportando enormes beneficios a los pioneros. Con el aumento de las relaciones y transacciones virtuales, las empresas necesitan estar presentes, de forma integrada, en diferentes canales para comunicarse con los clientes y atenderlos de forma sencilla, personalizada y efectiva. Si esta estrategia está bien definida, con buenas soluciones y tecnologías integradas, la empresa seguramente tendrá más productividad y un mayor número de ventas a fin de mes, evitando desperdicios, escasez de inventarios, mejorando los flujos de caja e, incluso, los indicadores de la satisfacción del cliente.
El combustible de estas revoluciones es la inteligencia de datos. La empresa debe ser consciente de que los sistemas que permitan extraer información precisa, relevante, en tiempo real y a un costo accesible, para la toma de decisiones asertivas se vuelven imprescindibles para garantizar un negocio más competitivo.
Aún en el escenario de la toma de decisiones, otra tecnología que también gana un espacio importante es la inteligencia artificial. Cada vez más democrática, extendiéndose rápidamente dentro de las organizaciones, especialmente en actividades dirigidas a transformar la avalancha de datos en información relevante para el negocio, además de trabajar en procesos repetitivos y manuales, permitiendo a los profesionales priorizar tiempos y esfuerzos para tareas estratégicas. Una prueba más de que la tecnología y la productividad van de la mano.
Es decir, producir más, mejor y en menos tiempo es lo que debe orientar la buena aplicación de la tecnología en estos nuevos tiempos. La vieja soledad del área de TI comienza a ser reemplazada por la asociación con las áreas de Negocios. Por lo tanto, la Tecnología pasa a ocupar un rol estratégico dentro de las organizaciones, siendo pieza clave para garantizar la automatización y simplificación de procesos, el acceso a servicios financieros más económicos y de mejor calidad, así como soluciones que ayuden a comprender y satisfacer las necesidades del cliente de manera más precisa.
Los nuevos tiempos exigen que los entornos corporativos impulsen cambios significativos en estrategias y procesos. La velocidad se convierte en la palabra clave. La pandemia ha demostrado que la tecnología amplía los límites de lo que creemos ser posible. Ha llegado el momento de utilizar finalmente todo el potencial de la tecnología para garantizar una mayor productividad a las empresas. Y seguiremos así, actualizándonos, mejorando y tomando nuevas direcciones a medida que surjan los desafíos. Después de todo, como latinoamericanos, somos expertos en adaptarnos.