Hoy en día la tecnología es un recurso valioso para el crecimiento de las empresas. Tanto que su implementación pasó de ser de un lujo o una opción, a una necesidad primordial ante las nuevas demandas de los consumidores.
Existen diversas razones por las que es importante invertir en tecnología: mejora la productividad de las empresas, amplía el mercado, aumenta la satisfacción del cliente, permite que la empresa crezca y potencia los resultados, dando un mejor entendimiento de las necesidades puntuales de los clientes.
El avance acelerado de la tecnología y las cambiantes necesidades del mercado han implicado que las empresas deban evolucionar de forma constante. Y, una buena forma de hacerlo, es mejorando los procesos internos con una solución digital de alto desempeño que multiplique los ingresos, optimice presupuestos y ahorre tiempo de procesos que pueden automatizarse.
Pese a esto, y la coyuntura de la pandemia donde la digitalización ha jugado un papel protagónico para la supervivencia de los negocios, aún muchas compañías dudan al momento de implementarla. Este escepticismo surge fundamentalmente de experiencias previas negativas, la falta de tecnología confiable en el mercado o, incluso, de la preocupación que pueda generar un costo elevado.
Adicionalmente, para miles de empresarios o directivos que hacen uso de plataformas tecnológicas al momento de ofrecer productos y servicios, se vuelve frustrante contratar proyectos que no salen a tiempo, que requieren mucho más presupuesto del que se había planteado inicialmente, y que, en lugar de ser una solución para sus empresas, se convierte en un problema.
Para los motivos más comunes por los que se pueden presentar fallas en este tipo de herramientas, derivan de una incorrecta elección del aliado tecnológico con el que se va a trabajar. La sobreoferta de servicios relacionados con transformación digital, desarrollo de software, creación de aplicaciones y un sin fin de opciones aumenta las posibilidades de contratar un proveedor que no esté en la capacidad de responder a las necesidades del día a día de las empresas.
Otra de las fallas más comunes, es que las compañías basan sus decisiones de acuerdo al valor de la herramienta. Aunque no siempre el servicio más costoso garantiza el éxito, es clave realizar un balance entre lo que se está dispuesto a invertir y la calidad del servicio que nos lleguen a ofrecer.
Para prevenir esto, es recomendable tener conocimiento previo en la creación de un negocio digital y actualizarse permanentemente sobre tendencias digitales. Esto obedece a que, más allá de contar con una herramienta construida con tecnología confiable, lo que hoy funciona mañana podría ser obsoleto.
La normalización de plataformas ineficientes y la carencia de tecnología confiable en el país, ha hecho que el consumidor deje de usar soluciones digitales. Muchas de las consecuencias, además, se evidencian en la percepción de las personas sobre la tecnología: de ser una herramienta para hacer la vida más práctica, pasa incluso a complicarla.
Ante esta problemática, los productos que se desarrollan en Axiacore son respaldados por una metodología rigurosa de control de calidad y de pruebas, lo cual garantiza que las plataformas de sus clientes estarán tan libres de errores como sea posible, con una disponibilidad del 99.99% en el tiempo del servicio durante todo el año.
Precisamente este enfoque de construcción es al que deberían apostar los proveedores de tecnología de nuestro país. Al mismo tiempo en el que se construye el producto, un equipo dedicado de control de calidad debería crear un plan de pruebas funcionales y de regresión en la aplicación.
Finalmente, se recomienda que al momento de elegir un aliado tecnológico se tenga en cuenta su reconocimiento, años de experiencia, resultados previos y certificaciones. De igual forma, hacer en conjunto un levantamiento de requerimientos, verificar el soporte ofrecido, tener claridad sobre su situación financiera, y asegurarse que el proveedor entiende del negocio y tiene una capacidad de respuesta oportuna.