El 95% de nuestro cerebro trabaja a nivel subconsciente creando hábitos, costumbres y creencias. Mientras que el 5% restante interpreta conscientemente los estímulos del mundo exterior, racionalizando y analizando lógicamente la información. Nuestra mente consciente tiene la capacidad de captar información del mundo exterior y crear nuevos conocimientos, y del mismo modo lo hace la inteligencia artificial.
En un mundo donde aumentan a pasos agigantados la velocidad de la creación y la variedad de nueva información, las organizaciones cuentan con fuentes riquísimas de datos que se han convertido en uno de sus principales activos. Basar las decisiones de negocio en información y no en opiniones o sensaciones, pasó de ser deseable a convertirse en una necesidad competitiva.
Las personas y todo tipo de organizaciones generan una cantidad creciente de datos que van más allá de mediciones y registros; pueden ser normas, procedimientos, informes, motivaciones, tendencias, etc. Frente a este contexto, uno de los desafíos más importantes es dar sentido a toda esa información, entendiendo cuál es relevante y cómo hacerla disponible para la persona que la necesita en el momento adecuado. En este proceso de transformar información en conocimiento accionable es donde la inteligencia artificial ha demostrado un enorme potencial porque, al igual que nuestro cerebro, permite interpretar, descubrir relaciones y crear nuevas conclusiones.
La inteligencia artificial nos da la posibilidad de potenciar nuestra creatividad y desarrollar nuestros talentos, dejando que las tareas repetitivas las realice la tecnología. Así logramos procesos más eficientes, alcanzando mejores resultados en menos tiempo.
Ahora bien, ¿por qué elegir inteligencia artificial? Porque a diferencia de la programación por reglas, la AI aprende a descubrir patrones a partir de ejemplos, para luego clasificarlos o predecir resultados. Estas capacidades generan verdaderas disrupciones cuando las integramos en nuestros procesos, haciéndolos más ágiles y eficientes.
Un claro ejemplo es cuando se automatiza la comprensión y el procesamiento de documentos para extraer información relevante de cada uno, estructurarla y ponerla a disposición de las personas o aplicaciones que la necesiten.
En empresas que buscan mejorar la atención de sus clientes, el conocimiento del que disponga el responsable de brindar el servicio de atención es fundamental para brindar una mejor experiencia. La Inteligencia Artificial permite conectar la información y relacionarla con el caso particular del cliente que está siendo atendido en ese momento, para procesarla y entregarle al responsable de la atención el conocimiento relevante y objetivo para servir a ese cliente. Así, se desarrollan nuevas formas de colaboración entre la tecnología y oficiales de cuenta que potencian las capacidades de las personas.
De la misma manera, estas tecnologías logran mejorar la capacidad de toma de decisión de los empleados que intervienen en un proceso, haciéndolo más ágil y asertivo, a la vez que se genera conocimiento nuevo que permite que la organización aprenda a mejorarlo continuamente.
Las organizaciones disponen de cada vez más datos e información, que en su mayoría subutilizan o no usan. El desafío que tenemos hoy es encontrar agujas de valor en el enorme pajar de la información. La inteligencia artificial aporta precisamente esa capacidad en las organizaciones que deciden transformar sus procesos a través de este conjunto de tecnologías, creando así conocimiento para responder mejor, tomar mejores decisiones y agilizar el aprendizaje organizacional.