La cifra es impactante porque, de acuerdo a cálculos extraoficiales, equivaldría a pagar unos 40 dólares por cada usuario actual de WhatsApp. Más sutil es el proceso de concentración que está viviendo la industria de telecomunicaciones móviles, y en particular la batalla entre Google, Apple, Samsung y Facebook por capturar, de una u otra manera, los contenidos creados por la nueva generación de usuarios digitales. El éxito de WhatsApp radica en que permite evitar los cargos por enviar mensajes de texto que deben pagar la mayoría de los usuarios de smartphones en todo el mundo, al canalizarlos por Internet; según la empresa, registra un millón de nuevos suscriptores por cada día que pasa.
Que esta operación sea buen negocio para Facebook o no, dependerá de varias circunstancias. Por un lado, la empresa fundada por Mark Zuckerberg viene necesitando una mayor presencia en los dispositivos móviles que usa para comunicarse la mayoría de la población y especialmente los jóvenes. Por otro lado, no hay garantía de que WhatsApp continuará en el liderazgo actual, o que produzca suficientes ganancias para Facebook como para justificar la gigantesca inversión. Por de pronto, las acciones de Facebook cayeron 5% al darse a conocer la noticia de esta compra.
Al anunciar la operación, Zuckerberg tomó la precaución de recalcar que WhatsApp continuará operando normalmente y en forma independiente de Facebook, y que WhatsApp y el Messenger de Facebook son servicios diferentes y continuarán siéndolo a futuro. También señaló que no habrá publicidad insertada en la interfase de WhatsApp, diciendo que cree que ‘insertar anuncios no es la mejor forma de ganar dinero con los sistemas de mensajería’.
Además de su inicialmente fallida salida la Bolsa, Facebook hizo ya noticia en 2012 al comprar la aplicación de procesamiento de imágenes Instagram, pero a un precio que ahora parece engañosamente pequeño: mil millones de dólares.