Por Denys de Souza Scheiner, Head of Product and Application Engineering for Southern Cone, de Furukawa Electric LATAM
Hoy la población mundial interactúa mucho más desde sus casas, como necesidad ante la pandemia del Covid-19. La mayoría de los trabajos se realizan hoy de forma virtual, entregándole un rol de protagonista a la calidad, rapidez y estabilidad de nuestra conectividad.
Una de las industrias que más ha crecido durante el año, y que también enfrenta grandes desafíos es, sin duda, la banca digital.
En la actualidad, en América Latina la banca digital representa más del 50% de todas las transacciones bancarias, con una adopción significativa de la banca en línea y móvil, según un estudio de MasterCard en la región.
El mismo reporte, ha ratificado como el Covid-19 ha alterado drásticamente el panorama financiero de América Latina. Vemos un cambio significativo de los clientes desde lo presencial hacia los servicios digitales remotos, incluida la banca móvil y el comercio electrónico, como resultado directo de la pandemia.
Otra investigación realizada por Americas Market Intelligence, indica que 40 millones de personas en América Latina han sido bancarizadas durante el 2020.
¿Qué desafíos trae la avalancha de transacciones y clientes online?
La respuesta la encontramos en la mejora de la latencia, y su reconocimiento como un activo corporativo vital.
Lograr que la infraestructura de redes que soporta las operaciones financieras tenga la latencia más baja posible, es lo que impacta en la experiencia de los millones de clientes digitales. Desde que hacen un clic, hasta que obtienen los servicios y/o resultados que buscan.
La Latencia es el tiempo que demoran las conexiones de las redes a Internet, en responder a las interacciones y demandas de los usuarios. En la banca digital se puede expresar en la rapidez de un sitio web de servicios financieros en responder a las operaciones que están realizando los usuarios en línea.
El ritmo de la vida económica ha aumentado en todos los ámbitos, y la velocidad se ha convertido en uno de los principales diferenciadores, en una época en la que los productos y servicios se parecen cada vez más; ya que compensa o ayuda a obtener otras ventajas competitivas. Es por ello que la velocidad que aportan las tecnologías de conectividad, como la Fibra Óptica para una baja latencia, hoy son fundamentales al actuar como “plus”, a la hora de enfrentar la competitividad del mercado.
En su reciente estudio la EAE Business School, denominado “La crisis del Covid-19 y su impacto en el sector tecnológico”, revela que la infraestructura de Fibra Óptica en Latinoamérica sólo supone el 22,5% de las conexiones de banda ancha fija en el 2020. Según el informe, en la región todavía predomina el uso de la conexión fija por cable, con un 36%, y el uso del DSL con un 33% en el 2020.
Dicha estructura de red ha hecho que la velocidad de descarga de banda ancha de línea fija en América Latina en el 2020 sea de tan solo 22 Mbps, comparada con los de 74,64 Mbps de velocidad promedio de conexiones fijas a Internet a nivel mundial durante esta crisis. Lo que crea una necesidad por mejores tecnologías de conectividad y una Fibra Óptica de alta seguridad y baja latencia.
Lo anterior es una muestra de que, en términos generales, la región todavía tiene terreno que recorrer para situarse en la media mundial en lo que se refiere a velocidad de datos.
Es un hecho que el elevado incremento en el consumo de datos presiona a las redes de telecomunicaciones que, en general en todo el mundo, están siendo desafiadas y observadas en cuanto a su desempeño en velocidad de transmisión, tanto en Internet móvil como fijo.
Por ello, la banca digital tiene el desafío de mejorar rápidamente en sus tecnologías de conectividad, pues la multiplicación de sus servicios de omnicanalidad requiere hoy nuevas respuestas.
Las opiniones de expertos son claras y apuntan a que el sector financiero espera que la reducción de la latencia permita identificar nuevas oportunidades de ingresos, y con ello aumentar la oferta de servicios adicionales para sus clientes.
A medida que los productos financieros se vuelven cada vez más digitales y la banca se convierte en un mix de aplicaciones, la latencia pasa a ser una medida clave. Los rápidos procesos en línea son comparables a los cortos tiempos de espera en las ventanillas de los bancos.
Un factor decisivo en la competencia por los clientes será poder suministrar más datos a sus sistemas informáticos, en menos tiempo y producir resultados más rápidos.
Esto significa que la industria financiera no solo obtendrá ventajas competitivas invirtiendo en Transformación Digital y en nuevas tecnologías, como la Inteligencia Artificial y el Aprendizaje Automático. Es por ello que sus desafíos hoy suponen que puedan acelerar sus procesos y reducir los tiempos de espera de sus clientes, lo que marcará el éxito o no de una empresa financiera hacia el futuro.