Por Alfredo Taborga, Data Protection Solutions Sales Manager for Andean, Mexico & NOLA en Dell Technologies.
Imagine que es octubre de 2050 y que un grupo de estudiantes está visitando una muestra en un museo. De repente, un alumno pregunta a su profesor “¿qué es eso?» mientras apunta a una extraña combinación de letras, símbolos y números. «Oh, eso es una contraseña. Tus padres las utilizaban para acceder a sus dispositivos y aplicaciones. Desde entonces se han extinguido», responde el profesor.
¿Contraseñas extinguidas? ¿Cómo hemos llegado a eso? La respuesta es sencilla: por la biometría y los certificados digitales.
El reto de las contraseñas
No nos adelantemos demasiado. En su lugar, volvamos al año 2021.
El exceso de contraseñas es una molestia, por no hablar de la creación y el recuerdo de contraseñas seguras que cumplan requisitos específicos. Según el Biometric Usage Study de Dell Technologies, crear, recordar y cambiar regularmente las contraseñas es considerado “una molestia” para el 62% de los trabajadores en Estados Unidos. Otro estudio de Dell, Brain on Tech, descubrió que cuando a los usuarios de todo el mundo se les presentaba una contraseña larga y difícil para acceder bajo presión de tiempo a un computador, su estrés aumentaba un 31% en cinco segundos… Y seguía aumentando incluso después de que los usuarios iniciaran la sesión con éxito.
Estos resultados refuerzan que, para la mayoría de nosotros, una buena higiene de las contraseñas no es una prioridad: es, en cambio, una molestia. Tanto si se reutiliza la misma contraseña repetidamente, como si se utilizan contraseñas débiles o se escriben en una nota adhesiva, muchos de nosotros hacemos exactamente lo que nos han dicho que no hagamos.
Preocupantemente, estos comportamientos no están reservados sólo a los adultos que trabajan. Un reciente estudio del National Institute for Standards and Technology, del Departamento de Comercio de Estados Unidos, exploró lo que saben los estudiantes sobre las contraseñas y cómo las utilizan. Los resultados mostraron que los alumnos de primaria aprenden y comprenden las mejores prácticas en materia de contraseñas, pero siguen mostrando un comportamiento deficiente a la hora de ejecutarlas. Una vez que los niños entran en la adolescencia, muchos empiezan a compartir las contraseñas para crear amistades y confianza.
Entonces, si la mayoría de la gente entiende la importancia de una buena higiene de contraseñas, pero nadie se siente obligado a practicarla, ¿a dónde vamos?
La biometría
La idea de utilizar la biometría para identificar a un individuo tiene siglos de antigüedad. Hay pruebas de que las huellas dactilares se utilizaban como marca de una persona ya en el año 500 a.C. y que la tecnología biométrica existía desde varias décadas antes. Sin embargo, no fue hasta principios de la década de 2000 cuando esta tecnología empezó a aparecer realmente en los dispositivos de uso común y, hoy en día, la mayoría de nosotros está familiarizado con el uso de la biometría para desbloquear dispositivos y aplicaciones. Lo que parecía una novedad hace unos años, mirar el smartphone para desbloquearlo, se ha convertido en algo habitual.
A medida que la biometría siga ganando popularidad como forma cómoda y segura de reconocimiento automático del usuario, la contraseña tradicional será mucho menos atractiva para los consumidores y las empresas. Además, cada vez hay mayores avances en la tecnología de sensores y el uso de algoritmos de coincidencia basados en la IA. Esto mejora la experiencia de usuario e incrementa la seguridad.
Los lectores de huellas dactilares y el reconocimiento facial ya están disponibles en los principales ordenadores portátiles de las empresas y se utilizan como parte de una solución de autenticación multifactor, lo que ofrece a los usuarios formas más seguras de acceder a sus dispositivos, aplicaciones y datos que las contraseñas, que son fáciles de comprometer.
De hecho, el citado Biometric Usage Study descubrió que, en las empresas estadounidenses con disponibilidad de computadores con seguridad biométrica, alrededor del 80% de los empleados afirman utilizar la función y el 64% dicen que la utilizarían si se les ofrecieran. Y eso no es sólo por comodidad: los trabajadores también creen que esas funciones podrían ayudar a mantener seguros los datos de la empresa. Esto, a su vez, aumenta la confianza de los administradores de TI en que los dispositivos y usuarios de su red son auténticos.
Seguramente se estará preguntando ¿por qué el uso de la biometría es más seguro que las contraseñas? Las contraseñas son una cadena de caracteres que son validados por un sitio web o servicio para permitir el acceso de un usuario. Las contraseñas fuertes están diseñadas para ser difíciles de adivinar o replicar, pero incluso las más complejas pueden ser robadas o comprometidas. Para asegurar las identidades de los usuarios cada vez se requiere más el uso de la autenticación multifactorial para el acceso de los usuarios. La biometría desempeña un papel fundamental en la autenticación multifactorial, ya que de los tres factores posibles de autenticación es la más difícil de replicar. Estos factores son: algo que se sabe (la contraseña o el PIN), algo que se tiene (el dispositivo o el token de seguridad) y algo que se es (la huella dactilar o el rostro). Conectar la autenticación con la coincidencia biométrica de un usuario crea el escenario más difícil de duplicar para un ciberdelincuente. Una vez realizada la autenticación local, se libera un certificado digital seguro al sitio web o servicio para la autorización del usuario.
Sumado a la buena disposición de las personas a adoptar la biométrica en sus equipos de trabajo, existe una oportunidad real para que esta tecnología siga aumentando, especialmente a medida que la generación Z se incorpore a la fuerza laboral. Estos nativos digitales han crecido acostumbrados a utilizar lectores de huellas dactilares o reconocimiento facial en sus smartphones y probablemente no se lo pensarían dos veces a la hora de utilizar la misma tecnología en sus computadores y otros dispositivos. Es hora de que las organizaciones reevalúen la forma en que manejan la seguridad en los dispositivos de trabajo y consideren la incorporación de la biometría para su próximo ciclo de renovación de PC.
Hasta entonces
Todavía nos queda un camino por recorrer hasta que las contraseñas queden obsoletas y se conviertan en una exposición de museo, pero mientras tanto hay formas sencillas de mantener nuestros datos a salvo sin que las contraseñas aumenten nuestros niveles de estrés:
– Utilice un gestor de contraseñas para crear contraseñas seguras y almacenarlas en un lugar seguro.
– Aproveche la autenticación multifactor, así como los certificados digitales para la verificación de la identidad y la comunicación segura.
La tecnología se va a integrar cada vez más en nuestra vida cotidiana, lo que constituye una mina de oro para los ciberdelincuentes. Mientras miramos hacia un futuro sin contraseñas, depende de cada uno de nosotros hacer nuestra parte y ser #CyberSmart.
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