Por Manuel Allegue, CEO de Zentricx.
La automatización, con la consecuente intervención de robots cada vez más desarrollados en el ámbito laboral, fue históricamente percibida como una amenaza para los trabajadores. Sin embargo, en la medida que la inteligencia artificial (IA) alcanza mayores niveles de madurez, la balanza muestra una inclinación positiva: se crean más puestos de trabajo de los que se reemplazan. Concretamente, el Foro Económico Mundial estimó en 2020 que la IA y las nuevas tecnologías sustituirán 85 millones de trabajadores para 2025 pero, para esa misma fecha, habrán creado unas 97 millones de nuevas vacantes.
Analistas de datos, expertos en IA y machine learning, directores de operaciones, desarrolladores especializados, creadores de experiencias, científicos de datos y constructores de datos sintéticos son apenas algunos de los cargos cuya demanda va en continua alza y que hasta hace apenas unos años ni siquiera existían.
Pero no solo eso: la IA también está impulsando los puestos de trabajo híbrido, que llevan a los humanos y a las máquinas a trabajar de manera colaborativa: mientras el software se ocupa de las tareas repetitivas que requieren enorme velocidad y precisión de cálculo sin cometer ni un error y se ocupa de tareas potencialmente peligrosas (como mover cajas pesadas o reparar maquinaria riesgosa), las personas se concentran en las tareas de mayor valor agregado.
Los métodos de interacción entre los humanos y la IA pueden clasificarse en distintas categorías. La primera, cuando la tecnología asiste a la persona: le proporciona indicaciones para que pueda mejorar su trabajo, le ayuda a priorizar actividades o le completa aquellas que ya están iniciadas. La segunda involucra tareas que la IA resuelve por sí sola pero que requieren de un control humano. La tercera se produce cuando la IA ya se dedica a completar el trabajo, pero requiere de la «ayuda» humana en casos que exceden el entrenamiento, como puede suceder con la aprobación de estudios médicos que suelen hacer los prestadores o la liquidación de un reclamo en una compañía de seguros. Por supuesto, hay tareas que solo seguirán en manos humanas mientras emergen otras que las máquinas pueden resolver de manera autónoma.
Por eso, más que temerle, el avance de la IA puede verse como una oportunidad para potenciar los puestos de trabajo, para pensar de qué manera pueden agregar más valor a la organización o de qué forma se puede marcar una diferencia desde las habilidades propiamente humanas de liderazgo, creatividad, empatía, juicio o improvisación. No en vano el CIPPEC detectó que entre las profesiones actuales más susceptibles de ser automatizadas en Argentina son los oficinistas, los vendedores ambulantes, los ensambladores, los peones agropecuarios, pesqueros y forestales o los ayudantes de preparación de alimentos, mientras que en el otro extremo se encuentran los trabajadores de la salud y la educación, los profesionales de la ciencia y la ingeniería y los cargos gerenciales y de liderazgo, tanto en el sector privado como en el público.
En conclusión, el mayor impacto de la IA en el mundo del trabajo no tendrá tanta importancia en relación al número de puestos, pero sí en el tipo y en los contenidos de los trabajos. No es hora de lamentos ni de aferrarse a competir contra las máquinas en aquellos aspectos en que nos van a superar indefectiblemente, sino de entender qué pueden hacer ellas por nosotros y potenciar a partir de esta nueva colaboración nuestras carreras profesionales.