El mundo ha avanzado en el combate a la pandemia y ahora estamos en otro momento; en varios países la mayoría de las empresas ya están regresando a la oficina, de aquí en adelante el trabajo será híbrido. Esto implica reconstruir las infraestructuras para adaptarse a las exigencias actuales: las redes tendrán que ser flexibles, automáticas, interoperables, escalables y seguras.
Antes de la pandemia, muchas redes en Latinoamérica ya experimentaban una transformación, debido al auge de tecnologías como cloud, Internet of Things (IoT) y edge computing (cómputo en el borde). Con COVID, se exigió a los departamentos de TI que las redes hicieran frente al crecimiento de empleados remotos, del comercio electrónico y de las clases, eventos y consultas virtuales.
Todo indica que esta transformación se mantendrá. Aunque paulatinamente muchas empresas están regresando a la oficina, todavía existe un gran número de empleados trabajando en casa y más empresas adoptando el modelo hibrido, lo que permite mayor movilidad a los empleados, cuyos datos se están creando y modificando en tabletas, smartphones, laptops y altavoces inteligentes. Como resultado, se están generando cantidades masivas de información no estructurada en el borde;es decir, en las ubicaciones de donde provienen los datos o hacia donde se dirigen: los usuarios finales.
Gartner estima que, para 2025, el 75% de los datos se procesará fuera de los centros de datos tradicionales internos y de la nube.
Todas las organizaciones del mundo, y las de Latinoamérica no son la excepción, están entrando a una era que demanda redes que faciliten el análisis, procesamiento e integración, en tiempo real, de todos los datos en el borde, para convertirlos en conocimiento que mejore la toma de decisiones, la eficiencia, las experiencias y los resultados comerciales.
Estas redes operan en el borde, pero funcionan en conjunto con la nube. Es decir, el análisis y procesamiento de datos ocurren en el punto de origen: donde personas, dispositivos y cosas se conectan al mundo digital, y luego se integran con las aplicaciones y recursos en la nube.
También se requieren redes que aprovechen la inteligencia artificial (IA) para procesar los datos en el borde a una velocidad y volumen más allá de lo que es posible para el ser humano, y para identificar problemas de manera proactiva; todo sin intervención manual.
Junto con el trabajo remoto, el IoT y la adopción acelerada de los servicios en nube en Latinoamérica (de acuerdo con IDC, para fines de 2021 casi tres cuartas partes de las empresas medianas y grandes de la región estarán adoptando servicios en la nube), se está creando un entorno informático empresarial altamente distribuido, con una red subyacente fragmentada y que es cada vez más compleja de administrar, debido a la interoperabilidad entre plataformas, aplicaciones y sistemas.
En estos entornos inevitablemente surgirán problemas de rendimiento y seguridad. Esto significa que las áreas de TI seguirán trabajando de forma reactiva, dedicando más de la mitad de su tiempo a solucionar los problemas que afectan a la red y a los usuarios.
La visión Edge to Cloud de Aruba es la modernización de las redes para conectar cualquier borde a cualquier nube, a través de un modelo de distributed cloud y una experiencia en la nube para todas las aplicaciones y datos, donde sea que residan. Los líderes de TI de Latinoamérica pueden implementar una red segura, desde el borde hasta la nube, con Aruba, en un esquema as a service y con un punto único de control. Así, la administración de todo el ambiente estará unificada.
IDC pronostica que, para 2023, más de la mitad de la nueva infraestructura TI implementada estará en el borde, y no en los centros de datos corporativos, y para 2024, más del 75% de la infraestructura en ubicaciones de borde operará a través de un modelo as a service.
Es momento de que las empresas de Latinoamérica continúen su camino hacia la transformación digital desde sus datos, apoyándose de arquitecturas que colecten, analicen y conecten esos datos, a la vez que agilizan las cargas de trabajo. Los datos harán que las compañías sean más innovadoras, colaborativas y les ayudarán a crear mejores experiencias para sus empleados y clientes.