Por Martín Colombo, Country Manager de Veeam en Argentina.
A pesar de que en Latinoamérica no somos ajenos al fenómeno de la inflación, hay otros países y mercados que están atravesando sus consecuencias por primera vez en años, como en el caso de Estados Unidos. Sean las causas que sean, sus efectos han provocado una suba en los precios de la energía, los alimentos, y los bienes de uso en general. Pero los costos no solo suben para los individuos, sino también para las empresas que deben proveerse de insumos para producir y operar.
Este fenómeno también ocurre con los costos de la nube, que en el caso de Google fueron anunciados en marzo, y entrarán en vigencia en pocos meses, en octubre. Sucede de la misma forma con otros proveedores, como Microsoft, con Azure, o Adobe, con Creative Cloud. Por eso, actualmente se acuñó el término “cloudflation” o “cloud-flación”.
Esto ha llamado la atención de muchos directorios, que iniciaron o profundizaron su migración a la nube durante la pandemia con el fin de optimizar procesos de administración y acceso a sus datos o aplicaciones, en entornos que cambiaban de lo físico y presencial a la distancia y la virtualización. Y, a pesar de que la seguridad en la nube sigue siendo la primera preocupación de los profesionales IT, los costos le siguen en la lista.
Sin embargo, no es una opción retroceder. La Transformación Digital se volvió esencial en los tiempos que corren y correrán, y esto a su vez conlleva la adopción de servicios en la nube y digitales en aceleración. En consecuencia, cada vez más empresas adoptan estrategias IT “cloud-first” que dan prioridad a la nube.
Entonces, si “escapar” de la nube no es una opción, ¿cómo enfrentamos el fenómeno de los aumentos? El informe de Flexera sobre el Estado de la Nube de 2022, afirma que los desperdicios en la nube han aumentado desde el año pasado – un 32% vs un 30% en el 2021. Esto resulta cuando los servicios en la nube no se utilizan o se subutilizan. Y de este análisis se desprende una solución: mejorar la gestión de los datos y aplicaciones en la nube, a través de la OPTIMIZACIÓN.
Algunos puntos importantes para lograr esta optimización son:
- Mantener una higiene digital: Muchas veces dejamos en la nube datos viejos que no se vuelven a utilizar. Es importante estar atentos a realizar una continua revisión de qué puede eliminarse, cuál es el uso de cada aplicación o datos, y qué debe mantenerse en la nube – y por supuesto, contar con un backup para resguardar toda la información.
- Precisar la infraestructura: Muchas veces pecamos de tener una mentalidad de “mejor que sobre y que no falte”, pero en el caso de la gestión en la nube no siempre es así. Alrededor del 40% de las instancias tienen un tamaño superior al necesario para sus cargas de trabajo, estimaba Jay Chapel, CEO de ParkMyCloud en 2020. La planificación y cálculo de qué capacidad es necesaria para la organización es más beneficioso a largo plazo que estimar o apostar a ciegas.
- Involucrar a las áreas: Acercar a los distintos sectores de la organización, como los financieros y al departamento de IT y quienes estén encargados de administrar la nube y sus aplicaciones y datos, es vital para generar la sinergia necesaria para tomar decisiones sobre los presupuestos, sus usos y los recortes necesarios. En este último tiempo apareció la figura de “FinOps”, acrónimo de «Finance» (finanzas) y «DevOps» (operaciones de desarrollo) que hace énfasis en las conexiones y la colaboración entre los equipos de negocios y de ingeniería, según FinOps Foundation, como una pieza clave para enfrentar la “cloud-flación”.