Con los desafíos que produjo la pandemia, el mundo se transformó. Fueron varios meses de incertidumbre económica donde gobiernos, entidades y la misma sociedad buscaron minimizar las consecuencias de este cambio. Muchos proyectos se detuvieron, otros se cancelaron de manera definitiva.
Aquellos proyectos que lograron sortear las dificultades del confinamiento total, se enfrentaron luego a un incremento en el valor de los fletes internacionales, los costos de los transportes terrestres y la falta de materias primas asociados no solamente a la pandemia, sino también a la inflación generalizada, el cambio climático, y varios factores adicionales en la región.
Paradójicamente, el desafío que implicaba el confinamiento y la virtualización de muchas actividades humanas también representó oportunidades para otros sectores, en particular para el negocio de telecomunicaciones. Tanto Operadores como ISP se dieron cuenta muy pronto de la necesidad de garantizar una conectividad permanente para sus abonados, así como del incremento de su demanda de anchos de banda, lo que implicó acelerar los despliegues de infraestructura que se tenían previstos para varios años en el futuro. Pero muchos de ellos debieron hacer frente en varios casos, a los desafíos logísticos antes mencionados.
Por fortuna, en la región estaba Furukawa Electric, una empresa global que ha apostado al desarrollo de las telecomunicaciones en Latinoamérica desde hace varios años con plantas de producción y centros logísticos en Colombia, Brasil, México y Argentina, las cuales proveen desde hace años gran parte de las soluciones de conectividad demandadas por la región. Su presencia local reducía de manera significativa el riesgo asociado a la logística y les permitió dar continuidad a sus proyectos para que estuvieran justo-a-tiempo para atender la creciente demanda del mercado.
Para el caso de Colombia, cuya planta fue inaugurada en 2014 y hoy en día no solo abastece la demanda de nuestro país, sino que también es el principal Hub logístico para LATAM Pacífico. Esta realidad también ha sido un acelerador.
De acuerdo con Javier Bedoya, gerente de Ventas Regional de Furukawa Electric para Mercado Andino y Centroamérica: ‘Hemos crecido de manera importante. Hace 8 años la planta tenía 25 empleados y hoy tenemos cerca de 280 empleos directos y más de 500 Indirectos, con posibilidades de seguir creciendo. Nuestra producción no solo está enfocada en la fabricación de cables de fibra, sino también accesorios de conectividad óptica. El panorama con la emergencia sanitaria que vivió el mundo permitió este crecimiento que, en condiciones normales, hubiera demorado más de 7 años’.
Agrega: ‘El principal desafío fue cuidar lo más importante, tanto para Furukawa como para sus socios de negocio: la calidad de sus productos. La compañía monitorea cada paso de la producción, procesos y servicios, desde la obtención de la materia prima, pasando por su transformación, manipulación, hasta el correcto uso por parte del cliente. A través de esta filosofía, ha logrado una serie de certificados de calidad nacionales e internacionales y la tranquilidad de sus clientes de contar con el mejor producto en sus redes’.
La participación del mercado de la multinacional en los años de pandemia se ha incrementado en gran medida por los nuevos socios de negocio que se sumaron a las posibilidades de tener un aliado logístico en la región. Por lo que permite apalancar el desarrollo regional.
Finaliza Bedoya explicando: ‘Esta es una oportunidad de expansión para el mercado y el país, siendo Furukawa una empresa con prácticas manufactureras de primer nivel logradas a través de la transferencia de tecnología de nuestras matrices, al mejoramiento de las prácticas empresariales, al mejor servicio al cliente, entre otros aspectos. De esta manera, se aumenta el potencial de atracción de empresas complementarias a este tipo de cadena productiva’.