En los últimos tiempos, el auge del contenido generado con la ayuda de la Inteligencia Artificial (IA) ha sido innegable. Este fenómeno ha planteado cuestionamientos sobre la legalidad de la Propiedad Intelectual y ha suscitado debates acerca de si las máquinas poseen la capacidad creativa para generar contenido original.
La IA está ganando terreno en diversos sectores, destacándose su influencia en la industria cultural. Se han creado obras con asistencia de la IA, y también se ha empleado el contenido existente para entrenar modelos generativos de IA. Estos modelos, construidos mediante algoritmos de machine learning, aprenden patrones a partir de conjuntos de datos, un proceso conocido como entrenamiento.
Mario Rugeles, Director de Data en Endava, destaca: ‘Los nuevos modelos de IA poseen una comprensión más profunda del lenguaje y pueden responder de manera natural y precisa a interrogantes complejas’.
Estos modelos lingüísticos, alimentados por vastas bases de datos, pueden ofrecer sugerencias e inspiración, complementando la creatividad del usuario. En resumen, la IA no reemplaza, sino que potencia la capacidad creativa humana.
Sin embargo, surge la pregunta sobre los límites de la propiedad intelectual. La IA complica la identificación del plagio y el respeto a los derechos de autor. Aunque es poco probable que reproduzca una obra exacta, su respuesta se basa en información protegida por derechos de autor, generando un desafío legal en el reconocimiento y protección de la propiedad intelectual.
Según Rugeles, la transparencia es clave. Los usuarios deben citar las herramientas de IA utilizadas, reconociendo su contribución al resultado final. Además, se aconseja a las empresas evitar el uso de aplicaciones públicas de IA para documentos confidenciales, optando por modelos abiertos que permitan aprovechar los beneficios de la IA de manera segura en entornos internos.