Por Luis Mongini, Gerente de Desarrollo de Negocios de Thales para Cono Sur
El 10 de agosto de 1912, hace exactamente 110 años, el presidente de la Nación, Roque Saénz Peña, marcaba el inicio de la aviación militar argentina con la creación de la “Escuela de Aerostación y Aviación Militar”, la primera entidad integradora del conocimiento en aviación, fuera del ámbito deportivo o de recreación.
Ese día, el ministro de guerra, Gregorio Vélez, afirmó convencido que no se había creado una nueva arma en el Ejército, sino una Fuerza que se iba a alinear con las Armadas y con la Marina para defender la Patria. Y fue tan certera su definición que, a partir de ahí, la aviación militar experimentó una progresiva y sostenida evolución hasta su plena maduración y autonomía como tercera Fuerza Armada de la Nación.
Argentina es el octavo país más grande del mundo en extensión territorial y marítima, por lo tanto, también en espacio aéreo. Una tarea, sin dudas, realmente desafiante para los vigías del cielo. Pero la Fuerza Aérea Argentina logró posicionarse entre las instituciones de referencia de la Nación a lo largo de sus más de 100 años de vida. Un lugar alcanzando a partir de su probada capacidad, esfuerzo y compromiso al servicio del país.
En este sentido, de igual manera, el equipamiento e instrumentos de seguridad para el resguardo del espacio aéreo ha sido eje en este camino hacia la consolidación de la institución. Para la Fuerza, contar con el acompañamiento de actores calificados que continuamente apuestan a la modernización y desarrollo de tecnologías para la defensa, ha sido clave para alcanzar sus objetivos.
Alineado a este punto, la capacidad adicional de esos actores de ofrecer soluciones completas, además de la continua innovación -como lo es el caso de Thales, por ejemplo-, que incluyan desde el diseño, entrega, instalación soporte y mantenimiento de los equipos físicos y softwares, cuenta como un adicional significativo y de gran valor para el trabajo de la aeronáutica militar. Radares, sistemas de comunicación, control y navegación, sonares… son algunas de las tantas herramientas silenciosas -pero imprescindibles- que los guardas del aeroespacio argentino utilizan para su diaria y que, sin ellas, su acción se vería totalmente limitada.
Hoy sabemos que la tecnología aplicada al sector de la seguridad, así como en todo ámbito conocido, avanza a pasos agigantados para ofrecer cada vez mayor eficiencia y soluciones que no solo optimizan el actuar de la Fuerza, sino que amplían sus posibilidades para el resguardo. Y acá hay un punto importante: la necesidad de actualización constante. Colaborar, enfocar y concretar proyectos en esta dirección con jugadores que persigan el mismo compromiso por la innovación al servicio de la protección, es un factor fundamental para el sector de defensa. El reequipamiento y modernización, adaptado a las necesidades particulares y campo de acción cumple, entonces, un rol más que central en el apoyo a la tarea de la milicia.
En un país tan extenso y rico en recursos, rincones y paisajes como lo es la Argentina, cada una de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, sin lugar a dudas tienen un reto notable, pero gracias a la vocación de muchos hombres y mujeres, de su esfuerzo y constante preparación, además del equipamiento tecnológico tan necesario para su efectiva labor, hoy uno de los pilares de la defensa de la Nación, la Fuerza Aérea Argentina, celebra más de un siglo al servicio de la Patria.