El auge del deepfake: cómo la tecnología de la IA está impulsando un aumento preocupante de los engaños en línea

Las operaciones de Void Manticore se caracterizan por un enfoque dual que combina la guerra psicológica con la destrucción real de datos

A medida que avanza la era digital, también lo hacen las formas en que las personas utilizan las nuevas tecnologías. Recientemente, el avance de la Inteligencia Artificial (IA) ha dado lugar a una preocupante arma en manos de los ciberdelincuentes: el deepfake. Esta técnica, respaldada por algoritmos como las Redes Generativas Antagónicas (GAN) o las Redes Generativas Adversariales (RGA), permite la creación de imágenes, vídeos o audios falsos que resultan sorprendentemente realistas, con el propósito de cometer estafas virtuales y engaños en línea.

Según datos del Foro Económico Mundial, el deepfake está experimentando un crecimiento anual del 900%. Estas cifras muestran cómo este ciberdelito se ha expandido en todo el mundo, no solo para cometer fraudes, chantajes, manipulaciones o dañar la reputación de individuos y empresas, sino también para fomentar la desinformación a través de ‘fake news’.

‘Esta tecnología basada en la IA se perfecciona cada vez más y se utiliza incluso para difundir información comprometida falsa, realizar estafas millonarias a empresas e incluso entorpecer campañas políticas. Nos encontramos ante una amenaza importante que puede tener un impacto significativo en la vida personal de un individuo o en el crecimiento de una marca. Es crucial estar alerta ante posibles vulnerabilidades. A medida que esta tecnología evoluciona, los deepfakes se vuelven más sofisticados y difíciles de detectar’, expresó Pablo Gagliardo, director general de Noventiq Argentina.

La capacidad de manipular rostros, voces y expresiones con una precisión sorprendente plantea serios desafíos a la hora de discernir entre lo auténtico y lo falso. Ante esta problemática, desde la empresa especialista comparten algunas estrategias para contrarrestar el deepfake.

  1. Concientización y educación: La batalla contra el deepfake comienza con la concientización y la educación. Es fundamental que todos, desde el público en general hasta los profesionales y las empresas, comprendan qué es el deepfake, cómo funciona y cómo se puede reconocer en algunos casos.
  2. Fortalecimiento de la autenticidad digital: Las plataformas tecnológicas deben invertir en tecnologías de autenticación robustas que permitan verificar la legitimidad de los contenidos compartidos en línea. Algoritmos de reconocimiento facial y de voz, así como marcas de agua digitales, pueden desempeñar un papel crucial en la protección de la integridad de los archivos multimedia.
  3. Colaboración y cooperación: La lucha contra el deepfake requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas tecnológicas, instituciones académicas y sociedad civil. Es necesario establecer alianzas sólidas para compartir conocimientos, recursos y mejores prácticas en la detección y mitigación de deepfakes. Además, la colaboración internacional es fundamental para abordar este desafío global y establecer estándares comunes que promuevan la integridad y la autenticidad en los medios digitales.
  4. Legislación y regulación: Algunas ciudades, como California, ya han implementado leyes contra el uso malicioso del deepfake en aspectos pornográficos y políticos. Esto demuestra que los gobiernos deben trabajar en conjunto para establecer marcos legales que penalicen la producción y difusión de deepfakes con intención maliciosa.

‘Si bien en algunos casos es posible identificar un deepfake por movimientos bruscos, cambios de iluminación, parpadeos extraños o falta de sincronización labial, no debemos subestimar esta amenaza. Requiere un enfoque integral que abarque la educación, la tecnología, la legislación y la colaboración. Al implementar estrategias efectivas, podemos contrarrestar el avance del deepfake y proteger la integridad de la información en la era digital. Juntos, podemos salvaguardar nuestra sociedad y preservar la confianza en los medios que consumimos y compartimos’, concluyeron desde Noventiq.