El camino hacia una TI más verde
Por Roberta Cipoloni Tiso, directora de Marketing y Sostenibilidad de green4T.
Promover la sostenibilidad corporativa es uno de los objetivos prioritarios en la agenda de las empresas para 2023. Consolidar prácticas sostenibles y aplicar políticas que contribuyan a obtener resultados positivos en el ámbito ESG (Environment, Social and Governance) son los deberes de quienes aspiran a prosperar en el actual entorno empresarial – cada vez más presionado por consumidores, inversores y trabajadores que claman por marcas y empresas con posiciones firmes respecto a la descarbonización de sus actividades –.
Según el estudio de septiembre de 2022 “If Not Now, When?» («Si no es ahora, ¿cuándo?»), elaborado por Climate Impact Partners en colaboración con el Imperial College de Londres, casi dos tercios (63%) de las empresas que figuran en la lista Fortune 500 han elevado sus objetivos de descarbonización hasta 2050.
En esta búsqueda, una agenda debería ganar aún más centralidad: mitigar el impacto medioambiental generado por los centros de datos. El desarrollo de infraestructuras tecnológicas más «verdes» se ha convertido en una medida ineludible para el éxito de las estrategias de reducción de emisiones de las empresas. Con el avance de la digitalización de la economía, corresponderá a los líderes de operaciones y a los CIOs liderar este movimiento, colaborando en la toma de decisiones para proporcionar una mayor eficiencia energética y disminuir el impacto ambiental residual del procesamiento de datos – directo o indirecto – en el ámbito total del negocio.
Datos “carbon free”
Se calcula que el volumen de negocio de la industria de los centros de datos superará este año los 342.000 millones de dólares, y que en 2027 superará la barrera de los 410.000 millones (crecimiento del 4,66% anual), según cálculos del instituto alemán Statista. Como reflejo, el desarrollo de este sector en todo el mundo debería suponer un auge de la demanda de energía eléctrica y recursos para poner en funcionamiento los nuevos centros de datos.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) revela que el consumo eléctrico de los centros de datos aumentará un 60% entre 2015 y 2021. El mismo porcentaje de aumento se verificó para las redes de transmisión de datos.
En 2021, los CPD (Centros de Procesamiento de Datos) consumieron entre el 0,9% y el 1,3% de toda la electricidad producida en el mundo (excluyendo la minería de criptomonedas), según el informe de la agencia publicado en septiembre del año pasado.
Si bien se considera moderado, este indicador tendría que reducirse a la mitad para fines de la década a fin de colocar al sector en el camino de «cero neto» previsto por la economía mundial.
En respuesta, la preocupación de los actores tecnológicos ha sido invertir en soluciones y procesos que reduzcan la Eficacia del Uso de la Energía (PUE): una métrica que define el rendimiento energético del data center, evaluando factores como el uso real y los residuos. La PUE se representa mediante una escala entre 1 y 3, en la que el número más bajo representa un centro de datos más eficiente energéticamente, mientras que el sentido opuesto – más cercano a 3 – significa una infraestructura que necesita mejoras en este sentido.
Para hacer tangible la economía de energía proporcionada por la reducción del PUE, basta imaginar que el índice medio en los centros de datos brasileños es de 2,40 – cerca de 15,4TWh de consumo eléctrico anual. Si se alinease con la media mundial (1,70), la electricidad ahorrada sería suficiente para abastecer a 2,4 millones de familias en el país.
En green4T, por ejemplo, se ofrecen servicios centrados en la optimización del centro de datos mediante la implantación de un itinerario de eficiencia energética. En otras palabras, el método actúa en los ámbitos físico y lógico del centro de datos, basándose en un plan de acción multidisciplinar (MAP), que puede reducir el consumo de energía hasta un 60%.
Las medidas incluyen una minuciosa evaluación previa de la madurez de la infraestructura de TI de la empresa; la optimización de los sistemas de alimentación y climatización; el cerramiento de los pasillos de aire; y la prolongación de la vida útil de componentes y equipos.
Aunque el acceso a las energías renovables no está al alcance de la mayoría de los centros de datos en funcionamiento – tanto por la complejidad de los proyectos como por la necesidad de fuertes inversiones –, está claro que existe una amplia gama de medidas medioambientales positivas, de bajo coste y gran impacto, que los responsables de operaciones y tecnología de las empresas pueden adoptar de inmediato.
Un posible diseño de futuro, en el que las empresas y la naturaleza estén más conectadas, integradas y, principalmente, coexistan de forma más armoniosa dando lugar a ganancias financieras para las empresas y ambientales para el planeta.