Oda a la tecnología
Por Ezequiel Braun Pellegrini, CEO de Brevity.
Estamos en un punto de inflexión: hace mucho sabemos que la tecnología evoluciona a tal velocidad que, a lo largo de la historia, fue alterando para siempre nuestra forma de vida. La cuestión nunca fue si ocurriría o no, sino cuándo y cómo, porque claro está que es un proceso de aceleración tremendamente imparable.
Así cómo antes se discutía cómo cambiaría nuestras vidas la llegada de la internet o tecnología en general, hoy seguimos preguntándonos cuáles son los riesgos y cambios existenciales a los que nos enfrentaremos dentro de los próximos cinco, diez o quince años. En cierta forma, los Edison, Bell y Ford de antaño son nuestros contemporáneos Gates, Musk y Jobs.
Ahora, ¿cuáles son esos cambios? Una Inteligencia Artificial que puede reemplazar al humano en todas sus labores, robots humanoides que son difíciles de distinguir de las personas, longevidad extendida en décadas, edición genética, autos autónomos, drones voladores, viajes interplanetarios o realidad virtual.
Para no caer en el vértigo que todas estas cuestiones nos generan y abrumarnos con el futuro, celebremos -en su día- la tecnología que nos trajo hasta donde estamos parados hoy. Porque, pese a que nos llena de preguntas respecto del alcance que tiene a la hora de reemplazar las tareas humanas, lo cierto es que nos permite evolucionar y me convoca a pensar qué cosa nos hace festejar a la tecnología.
Es indudable que la tecnología ha transformado radicalmente la forma en que accedemos al conocimiento y nos comunicamos entre nosotros. Yo en particular, elijo celebrar que la tecnología permitió romper las barreras de entrada al conocimiento. La imprenta de Gutenberg empezó hace más de 500 años un camino de difusión de la información nunca antes imaginado. En un primer momento se restringía solo a quienes sabían leer, más tarde y con el creciente acceso a la educación en todo el mundo, la imprenta democratizó la información que, una vez apropiada por las personas, se convirtió en mayor acceso al conocimiento. Hoy, nuestros teléfonos inteligentes son la representación más acabada del vínculo cada vez más cercano entre nosotros y los datos.
En otra época, se requería acceso y cercanía a una biblioteca. Después adquirirlos tomos de enciclopedia, más tarde CDs en una computadora fija. Ahora tenemos una computadora dentro de nuestros dispositivos móviles para encontrar lo que queremos en pocos segundos.
Pero ese acceso a la información está mediada por sistemas inteligentes robustos que a gran velocidad nos ayudan a encontrar esa información. Dentro de este universo,por supuesto, encontramos a las redes sociales que nos sirven para trabajar o asesorarnos entre nosotros, sin importar nuestra nacionalidad, localización, o estrato social. La tecnología ha facilitado la colaboración y el trabajo en equipo a través de herramientas de comunicación y productividad en línea. Esto ha permitido que personas de diferentes partes del mundo colaboren en proyectos conjuntos, rompiendo las barreras geográficas y culturales.
El acceso a la información, prácticamente gratis, es lo más revolucionario que vivió la humanidad. Sobre ello también se crece y construye. Y, como dijo Sir Francis Bacon, el conocimiento es poder.
No sé cuándo, pero seguramente en los próximos diez o veinte años quizás se rompa la última barrera entre los usuarios y la información: no más teléfonos ni computadoras. Podemos pensar que en un futuro tengamos conexión directa con la nube repleta de información, sin mediaciones, lo que podría crear una nueva mente colectiva cuyos límites de creación hoy son difíciles de imaginar.
En resumen, celebró a la tecnología por su capacidad para empoderar a las personas, ampliar sus horizontes y fomentar la creatividad y la colaboración en una escala global.