La lucha contra el cambio climático exige acciones concretas y urgentes. Colombia, alineada con los compromisos del Acuerdo de París, se fijó la meta de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 51 % para 2030. Para lograrlo, el país debe disminuir sus emisiones a 110 millones de toneladas anuales, una meta ambiciosa si se considera que entre 2018 y 2021 solo se logró una reducción de 4,5 millones de toneladas por año.
En este contexto, la adopción de tecnologías que permitan un monitoreo constante y preciso de las emisiones se vuelve crucial. Contar con datos en tiempo real permite a las industrias anticiparse a desviaciones, ajustar procesos críticos como la destilación o el refinamiento, y reducir su impacto ambiental de forma efectiva.
Empresas como Schneider Electric, líder global en automatización y eficiencia energética, están impulsando soluciones innovadoras para enfrentar este desafío. A través de modelos de machine learning integrados a AVEVA PI y tecnologías de Internet de las Cosas (IoT), es posible obtener lecturas de emisiones cada cinco minutos. Esta capacidad de análisis continuo permite detectar anomalías de forma inmediata y tomar decisiones correctivas que optimicen el desempeño ambiental de las operaciones industriales.
‘Hoy en día, la transición energética de Colombia y del mundo depende en gran medida de las soluciones tecnológicas disponibles. La medición constante del impacto ambiental de nuestras acciones es clave para identificar oportunidades de eficiencia, sostenibilidad y reducción de emisiones’, afirma Javier Ortiz, CEO del Clúster Andino de Schneider Electric.
Según el Centro Regional de Estudios de Energía (CREE), para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, el esfuerzo global debería ser equivalente a que países como China y Estados Unidos reduzcan sus emisiones a cero en los próximos cinco años. Aunque este escenario es poco realista, el monitoreo inteligente de GEI abre la puerta a estrategias más efectivas para transformar los procesos industriales y avanzar hacia una economía baja en carbono.
La implementación de estas tecnologías no solo contribuye a las metas climáticas, sino que también posiciona a las empresas como actores responsables y comprometidos con un futuro sostenible.