La innovación: motor para el crecimiento argentino
La Argentina se posiciona como el centro de innovación de América Latina. Esta fue una de las conclusiones del panel del que participé en la reciente edición del Foro de Inversiones realizado en ese país. Más allá del optimismo o del clima vibrante de negocios que se experimentó durante el encuentro, esta afirmación está respaldada por hechos. Cuatro de las siete empresas más grandes de tecnología de la región son argentinas: Mercado Libre, OLX, Globant y Despegar. Todas ellas unicornios. Es decir, con una valuación de mercado superior a los US$1.000 millones. La misma cantidad de unicornios que Singapur, uno de los países más innovadores del mundo.
El país tiene excelentes condiciones para expandir su influencia regional y global en este campo. Dispone de talento humano de alta calidad, gran capacidad emprendedora y sectores de la economía con amplia experiencia innovadora.
Quedan puntos por mejorar. El prócer Domingo Sarmiento, reconocido por haber fomentado la educación a lo largo de todo el país, escribió: ‘todos los problemas son problemas de educación’. En países como Finlandia, Francia, Irlanda y Suecia, casi el 30% de los egresados provienen de los campos de la ciencia y tecnología. Incrementar estos perfiles es un desafío para la Argentina. Recientemente aparecieron algunas señales positivas. Por ejemplo, en la Universidad de Buenos Aires (UBA), el crecimiento de las inscripciones en carreras de base científico-tecnológica superó por primera vez al de las carreras tradicionales.
Por otra parte, es imperativo impulsar y facilitar la creación y desarrollo de startups: innovan, crean talento, incrementan la competencia y traen un pensamiento innovador que desafía el statu quo. En los países en desarrollo, donde abundan los problemas por resolver, los emprendedores tienen la oportunidad de generar ganancias, es cierto, pero también de impactar socialmente. Desde 2001, en Argentina el ratio de generación de startups ha crecido un 40%. Pero las startups cumplen un rol fundamental: el de generación de empleo. Un estudio realizado en Gran Bretaña indica que cada punto porcentual de incremento en el número de scaleup (las empresas que están en la siguiente etapa de desarrollo respecto de las startups) representa unos 200.000 trabajos. Su desarrollo es imprescindible, en especial si se considera que, sólo en Estados Unidos, se estima que el 47% de los puestos de trabajo está en riesgo de ser reemplazado por tecnología en los próximos 20 años.
La economía digital es el principal motor del desarrollo de las estrategias y de innovación. Y no sólo en el sector privado. La Ciudad de Buenos Aires utiliza big data y análisis en tiempo real de información para prevenir inundaciones o controlar luminarias de la vía pública. Un caso de éxito que es referencia en el mundo.
Es importante crear una cultura de confianza y seguridad en el mundo digital, que promueva el uso de la tecnología en todos los ámbitos. En 2014, el comercio de productos a nivel internacional fue de US$2,7 trillones a nivel global. La contribución del flujo de datos fue mayor: US$2,8 trillones y mantiene un crecimiento sustancial. Internet no es un lujo para ricos, es la columna vertebral de la economía global. Más allá de este impacto económico, el libre flujo de datos es, en sí, un importante motor de la innovación. Permite el intercambio de ideas e información y la difusión de conocimientos, así como la colaboración y la “polinización cruzada” entre individuos y empresas, ofrece la oportunidad de aprovechar y aprender de las experiencias, locales o internacionales, de incorporación de innovación y tecnología.
La tecnología puede ser el motor de innovación y crecimiento para Argentina y para toda la región. En un momento de transformación, la mejor decisión es avanzar.