Estamos todavía en 1995
Transcurría el año 1995. Sólo el 14% de los norteamericanos usaba internet en su casa y en ese contexto, Bill Gates, quien aún era presidente de Microsoft, visitó el programa de David Letterman para hablar de internet. Hoy suena inverosímil, pero en aquel entonces responder a una pregunta directa como “¿qué diablos es exactamente internet?” era tarea compleja hasta para el mismísimo Gates. Recientemente se volvió viral el video en el que tanto Letterman como la audiencia se ríen del potencial de esa tecnología en aquel entonces innovadora. Hoy, en términos de inteligencia artificial, podemos decir que en muchos aspectos estamos todavía en 1995.
El potencial de la inteligencia artificial es aún desconocido o apenas una serie de promesas vagas para el gran público. Sin embargo, se trata de una tecnología transformadora y cada vez más empresas están dando pasos asertivos en adoptarla. El Dr. Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, cree que la AI es uno de los avances que desató la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por el surgimiento de nuevas maneras de percibir el mundo que impulsan “un cambio profundo en la economía y la estructura de la sociedad». Las tres revoluciones industriales, la máquina a vapor, el pensamiento científico y la producción en masa, moldearon la sociedad que hoy conocemos.
Dos de las características diferenciadoras de esta nueva revolución, de acuerdo al Foro Económico Mundial, son la velocidad (todo cambiará más rápido que en las tres anteriores) y el impacto (por la interconexión entre los distintos sistemas que la producen). En esta línea, según el informe Artificial Intelligence Predictions 2020 de IDC, para 2024 la AI será “la nueva interfaz de usuario predeterminada, redefiniendo experiencias en las cuales el 50% de las interacciones serán aumentadas por visión computacional, voz, lenguaje natural y VR”.
Actualmente las organizaciones tienen más herramientas que en el pasado para subirse a esta nueva ola y capitalizarla en su favor. Por ejemplo, hoy nadie se atrevería a reírse del potencial de una tecnología disruptiva como en 1995. Pero lo más importante es que hay un público ávido que se mueve hoy con una agilidad nunca antes vista: cuando los cambios se producen, los procesan, los adoptan y ya están listos para descartar un producto y adoptar el siguiente. Además, es protagonista del crecimiento exponencial de la cantidad de datos generados por las personas en su día a día a través de sus dispositivos: se estima que, a lo largo de su vida, una persona generará el equivalente a 8.854 iPhones de 128 gigas.
Las mayores capacidades de la AI implican para las organizaciones la aparición de oportunidades para entender a las personas, aprender de su comportamiento y generar ofertas, soluciones y productos alineados a sus necesidades. La inteligencia artificial es un catalizador y es habilitadora de transformaciones. Transformará a la sociedad, pero primero transformará a las organizaciones.