La privacidad en la era del Internet de las Cosas
Han pasado varios años desde que el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), está entre todas las cosas que rodean a un individuo de esta época y es cada vez más presente y, sobre todo, más eficiente en lo que hace, que normalmente ya no se advierte. Es prácticamente un acompañante invisible.
De hecho, es tan importante su entendimiento, seguimiento y en su caso, regulación, que las Naciones Unidas crearon un organismo para tal efecto. Dicho organismo es la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
La UIT ha definido al Internet de las Cosas como ‘la infraestructura global para la sociedad de la información que hace posible la prestación de servicios avanzados a través de la interconexión de objetos (ya sean estos físicos y/o virtuales), gracias a la interoperabilidad de tecnologías de la información y la comunicación presentes y futuras’.
Dicho en otras palabras, todo aquel objeto que contenga la tecnología de intercambio de datos y que interactúe con otros a través de internet para que estos sean analizados con la finalidad de ofrecer servicios de cualquier tipo, es parte del Internet de las Cosas.
Visto así y viviendo en esta era, se antoja vital el discutir los aspectos de privacidad del usuario. El hecho de saber que muchos de los dispositivos, enseres domésticos, interacciones con el médico, la información en tiempo real de los autos con las agencias de seguros o los proveedores del mismo, entre otras cosas, se encuentran alojados y yendo y viniendo en todas de direcciones en las carreteras del ciberespacio, es de vital importancia que exista un organismo que vigile que los datos se encuentren seguros.
Entre otros, el UIT vela por esta seguridad de los usuarios, con su intermediación ante las empresas que proveen los servicios y dispositivos se han logrado buenos avances; sin embargo, es bien sabido que los interesados en todos estos datos, por la jugosa ganancia comercial que supone el conocimiento y comercialización ilegal de ellos, provoca que muchos delincuentes cibernéticos encuentren formas novedosas y arriesgadas para su obtención, por lo que hasta hoy, no se puede asegurar que todos los datos están 100% seguros.
La recomendación de las empresas dedicadas a la seguridad y privacidad en internet, es que sean los propios usuarios y propietarios de aquellos dispositivos vulnerables (podríamos decir que casi todos), los que tomen medidas individuales y personalizadas según sus necesidades para garantizar que toda su información está segura.
En ocasiones se puede pensar que el uso de algunos datos no va más allá de resignarse con recibir publicidad molesta; sin embargo, cuando el tema se traslada a la alta posibilidad de que se obtengan nombres de usuario y contraseñas para acceder a las cuentas bancarias (sólo por citar un ejemplo), el tema se vuelve delicado.
No obstante, así como algunos se ven atraídos por el robo de la información, existen empresas que dedican todos sus esfuerzos a protegerla. Es cada vez más frecuente encontrar la posibilidad de proteger los datos e información contenidos en los dispositivos conectados a internet, mediante la encriptación de la misma o bien, mediante el ocultamiento real de la dirección IP, que no es otra cosa que un número que identifica el lugar donde uno o varios dispositivos están llevando a cabo su interacción con el internet.
En resumen, en esta era del Internet de las Cosas, se han logrado avances para la protección de datos y la prevención de delitos como los que ya se han mencionado en este artículo; sin embargo, y por la rapidez con la que algunos encuentran vulnerabilidades con sistemas más avanzados, es de gran importancia que el individuo tome medidas adicionales para proteger toda la información. Tomarlo a la ligera sería un gran error.